viernes, 5 de enero de 2018

D. Rafael Aguilar y Medina (1840-1876)

Tal día como hoy, en la madrugada del 5 de enero de 1876, moría en Córdoba el presbítero D. Rafael Aguilar y Medina. A su muerte, su compañero D. Antonio Soriano y Barragan, cura párroco de la iglesia de Santiago, publicó en el Diario de Córdoba una necrología del Sr. Aguilar titulada NECROLOGÍA: Mi última palabra sobre su tumba, que empezaba con las palabras «¡Gloria al hombre sin tacha y de honor!». D. Antonio Soriano había dirigido la primera época de El Amigo Católico (1873-1875) —periódico consagrado a la defensa de los legítimos intereses sociales: Religión, Familia, Propiedad— del que D. Rafael Aguilar fue redactor.

Años después haría un resumen de la citada necrológica el escritor cordobés Enrique Redel y Aguilar en su obra San Rafael en Córdoba (1899), pp. 232-233. De ambos escritos hemos tomado los siguientes datos.
Página del periódico cordobés
El Amigo Católico (1873-1875 y 1877-1878)
Don Rafael Aguilar y Medina nació en Córdoba el 13 de enero de 1840, de padres pobres pero honrados. A la edad de nueve años comenzó a estudiar el latín y, en tiempo breve, llegó a manejarlo tan a maravilla que era el maestro a los tres años de casi todos sus condiscípulos y amigos aficionados.

Fue alumno primeramente del Colegio de la Asunción y —como quiera que desde muy niño mostró vocación sacerdotal— cursó en el Seminario de San Pelagio la Filosofía y la Teología. En 1865, antes de terminar sus estudios teológicos, fue nombrado Catedrático de Latín y Humanidades del Seminario, e impartió estas asignaturas durante cinco años. Desde 1869 explicó también las asignaturas de Lógica, Ética e Historia de España, hasta 1873, año en que hizo renuncia de las Cátedras por hallarse muy agobiado de padecimientos físicos.

Era sacerdote desde 1864 y se distinguió notablemente en el púlpito. Cuando la revolución impía de 1868 pretendió arrollar la Religión, D. Rafael Aguilar Medina fue uno de los que, cogiendo su bien cortada pluma, opusieron al devastador torrente del positivismo materialista las sanas y sublimes doctrinas del catolicismo en notables artículos que se publicaron en el diario carlista de Córdoba El Mediodía (1869-1870) y en los periódicos católicos El Antídoto (1871-1873) y El Amigo Católico (1873-1875), así como en bellas e inspiradas composiciones poéticas que se insertaron en varias publicaciones periódicas dentro y fuera de la capital cordobesa.

Obtuvo premios en certámenes literarios y fue socio correspondiente de la Academia de ciencias, bellas letras y nobles artes de Córdoba y socio de número de la de Amigos del País.

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